lunes, 19 de mayo de 2014

El reto más grande de todo líder



Cualquier persona que esté en posición de autoridad o ejerza un liderazgo va a encontrar desafíos con gran frecuencia y, la mayoría de veces, puede recurrir a un colaborador altamente capacitado en el tema, aplicar una de las técnicas de gestión administrativa o solicitar una consultoría especializada. Sin embargo, cuando se trata de encontrar el modo de manejar las dudas que tiene sobre una situación o un individuo las circunstancias son más exigentes.

Quizá porque sabe que sus colaboradores, y la organización en general, tienen altas expectativas sobre su habilidad y conocimiento para hacer lo correcto en cada caso, resulta bastante difícil para un líder dejar asomar un gesto de inseguridad. Suele suceder que, en el interés de proyectar confianza, progresivamente cierra sus ojos y oídos a otros puntos de vista, sobre todo si se distancian del concepto (o solución) con que se siente más ‘cómodo’. Es cuando surgen filtros de información, que los colaboradores usan para llevar al líder ‘lo que quiere escuchar’ y no lo que realmente necesita saber, pues aquellos se sienten limitados para compartir plenamente las diferencias de criterio y los resultados que contradigan la línea de acción señalada. Todo esto se traduce en que la comunicación se sesga y el líder se aísla de su equipo.

Al paso del tiempo, la información que llega al líder tamizada por dichos filtros parece confirmar que las decisiones tomadas fueron las correctas y éste se arraiga más en esta manera de gestionar las actividades de sus colaboradores, sin darse cuenta que se puede estar represando, en algún lado, una avalancha de consecuencias inesperadas. En este caso, es probable que él sea el único que no vea venir la avalancha.

¿Cómo superar esta situación?


Frente a eso, de ninguna manera se espera que el líder invierta demasiado tiempo para analizar y tomar decisiones o que busque constantemente aprobación de su equipo, lo que sí es absolutamente recomendable es solicitar y permitir que su gente lo asesore de manera adecuada y oportuna. Los colaboradores aprecian ser tenidos en cuenta, esperan que su experiencia tenga un lugar en la mesa de análisis de su jefe y admiran que éste tenga la capacidad para autoevaluarse. Cuando un equipo está liderado por alguien que admita con calma y apertura mental las divergencias, sus miembros están más dispuestos a buscar y exponer los pro y los contra de cada situación, sin filtros, ayudando a una toma de decisiones más objetiva y acertada. Eso, sin duda, hará más eficaz y eficiente la gestión del líder y permitirá obtener mejores resultados organizacionales, sin hablar de la incidencia positiva en el ambiente laboral.

Lidere con apertura de criterio y logre el apoyo de su equipo.


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