La
asertividad es una técnica emocionalmente inteligente para hacer respetar
nuestras ideas, opiniones, derechos y deseos, al mismo tiempo que tomamos en
cuenta las posturas emocionales e intelectuales de la otra persona, a fin de
encontrar un acuerdo de mutua conveniencia o, por lo menos, dejar claro nuestro
punto de vista. La asertividad conjuga la expresión verbal y corporal, por ello
es necesario que nuestras expresiones sean complementarias y den fuerza al mensaje
que queremos manifestar.
Son
tres los elementos principales que debemos armonizar en nuestro lenguaje
corporal:
1. Postura y mirada
Debemos mantener una distancia
adecuada, no demasiado cercana para que no parezcamos amenazantes, y procurar
mantenernos bien erguidos si estamos de pie o sentados con una leve inclinación
hacia adelante. La mirada debe mantenerse en el rostro de nuestro interlocutor.
Necesitamos mostrar seguridad, sin ser desafiantes y estar relajados sin caer
en la apatía.
2. La expresión facial
Nuestro rostro debe dar señales claras
de cómo nos estamos sintiendo: si estamos satisfechos debemos sonreír, si
estamos dudosos o insatisfechos una mirada puede transmitir nuestra inquietud.
Recordemos que se trata de manifestar nuestro acuerdo o desacuerdo con la
situación y no de evaluar a la otra persona, por ello debemos cuidar que
nuestro gesto no la incomode u ofenda.
3. El tono de voz
Es frecuente que cuando nos sentimos
frustrados elevemos el tono de voz y es cuando empezamos a perder credibilidad
frente al otro, además, también puede evidenciar que nos sentimos fuera de
control y de esa manera se dificulta que la otra persona esté dispuesta a
escucharnos. Es importante que el volumen de voz y la elección que hacemos de
las palabras denoten respeto hacia el otro y seguridad en nosotros mismos, esto
es, sin mostrar desafío o arrogancia.
Una
vez que logramos que nuestro lenguaje verbal y no verbal proyecten la misma
intención estamos listos para tener un diálogo constructivo, donde podremos
colocar nuestras ideas en el centro del debate, manteniendo una actitud cordial
y firme al mismo tiempo. Es así como lograremos sentar posturas, negociar acuerdos
y dirimir diferencias, sin crear tensión emocional o caer en descalificaciones.
Mantener una actitud positiva, propositiva y calmada será nuestra mayor ventaja
al confrontar desacuerdos.
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