Tener la responsabilidad
de liderar una organización o un equipo de trabajo en los momentos actuales
puede ser una experiencia retadora, pues ya no se trata de lograr que se hagan
las cosas bien y a tiempo sino de atender simultáneamente indicadores como la
productividad, la huella ecológica, la responsabilidad social y mantener elevados
estándares de calidad, entre otros. Para responder a estos asuntos es común que
las empresas contraten como jefes y supervisores a personas con conocimientos
en el área; el punto es que, algunas veces, los resultados organizacionales no
reflejan la experiencia de estos líderes y no parece haber una explicación al
respecto, por lo cual se toman medidas como cambios de personal, inversiones en
nuevos equipos, planes de ahorro, entre otras acciones, y la situación sigue
sin mejora significativa. La pregunta es ¿qué puede estar sucediendo?
Sin importar el giro
económico de la empresa, el factor clave es el talento humano. Para un líder, tener
una conexión de influencia con sus colaboradores es la llave a un enorme
potencial de éxito, porque quienes trabajan movidos por la convicción y el
compromiso siempre estarán dispuestos a dar más que aquellos que laboran bajo
la sombra de la inercia y la apatía. Curiosamente, para influir se requiere más
intuición que intelecto, como leemos en el libro Cómo ganar amigos e influir en
las personas en la era digital, de Dale Carnegie y Asociados: “La
influencia no hace distinción en cuanto a educación o experiencia: sólo acude a
quien deja a un lado su estatus (…) y se pone en el lugar del otro. Hacerlo requiere
perspicacia y espontaneidad para leer lo que hay debajo de la superficie de una
interacción”. Para influir en otros es indispensable trascender las palabras y
liderar con acciones nuevas, enfocadas a percibir las cosas desde la
perspectiva del otro, para encontrar intereses comunes y metas compartidas.
Cuando un líder adopta la
costumbre de ver las cosas de este modo, está mejor capacitado para encontrar
oportunidades de innovación y soluciones hacia afuera y hacia adentro de su entorno
inmediato, una habilidad muy apreciada por las organizaciones en la actualidad,
pues en un mercado globalizado se necesita tener visión macro y micro para
responder a las demandas de clientes y consumidores cada vez más exigentes -con
mayores opciones de servicios y productos-, al mismo tiempo que se cuidan los
indicadores internos de los que hablamos al inicio. Esta actitud de apertura
también le permitirá desarrollar a sus colaboradores en formas que realmente
les incentive a apoyar las políticas de la organización, ya que no les serán
impuestas sino que ellos percibirán los beneficios que se obtendrán si éstas
son observadas y promovidas por todo el equipo, por medio de la visión que les
comparte.
Allí está la respuesta
para que los resultados organizacionales repunten: promover un liderazgo donde
los resultados dejan de ser ‘una idea de los jefes’ para convertirse en un
objetivo colectivo. Todos contribuyen, todos ganan.
Desarrolle un liderazgo de influencia y tenga éxito en un mundo globalizado.
Desarrolle un liderazgo de influencia y tenga éxito en un mundo globalizado.
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